Rozen Maiden

Jun Sakurada tiene catorce años y mucho tiempo libre, ya que no va a clase. Como sus padres están siempre ausentes e ignora bastante a su hermana mayor, se pasa el día dedicándose a su único hobbie: coleccionar objetos que supuestamente están malditos y que encarga por Internet. Un día, entre los numerosos paquetes a su nombre encuentra un baul con una muñeca dentro que no recuerda haber pedido. Es bonita y extrañamente suave... "¿Le darás cuerda?" reza el papel que la acompaña. Jun decide hacerlo y al momento la muñeca se despereza y le da una bofetada por haberla sujetado de malas maneras. ¿Qué clase de juguete es ese? Jun pronto comprenderá la peligrosa aventura a la que acaba de unirse al ser dueño de una de las siete Rozen Maiden, muñecas hermanas creadas por Padre que deben luchar entre ellas para convertirse en Alice, la muñeca perfecta amada por su creador. ¿Cuál de ellas lo conseguirá?

Hasta ahora el anime consta de dos temporadas de doce capítulos cada una, pero parece ser que está en camino la tercera. También cuenta con dos OVAs y por el momento ocho tomos el manga, aunque se acaba de anunciar que en Japón el final del mismo será inminente. Por su parte, en España podemos encontrarlo desde el Salón del Cómic por Norma a un precio de ocho euros. A parte de todo esto, existen diversos videojuegos y merchandising.

La verdad es que no tenía demasiada confianza en que me fuera a gustar mucho este anime, ya que el manga no me lo he leido y eso de que fuera sobre muñecas no me terminaba de convencer, pero tengo que reconocer que me ha sorprendido y que está bastante bien. No es una obra maestra, pero sí sencilla y entretenida. De los personajes, Jun al principio me dejaba un poco fría con su actitud, pero según fueron pasando los capítulos y evolucionó como persona, fue cayéndome cada vez mejor, al igual que Shinku, aunque esta sigue siendo bastante estricta y mandona. Habiendo terminado Traümend, la segunda temporada, mis muñecas favoritas son: Souseiseki, Shinku y Hinaichigo por este órden. Quién sabe si cambiarán...


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